Soy la última persona a la que una agencia gubernamental secreta querría pedir ayuda.

Paso los días vendiendo baratijas de la Nueva Era a los humanos y las noches bebiendo con un alquimista callejero. No soy exactamente del tipo de la ley y el orden. Sin embargo, cuando los monstruos de nuestras pesadillas infantiles se convierten en carne y hueso, arrebatando a la gente de las calles, soy uno de los pocos magos vivos que puede descubrir quién está detrás.

Mi pasado amenaza con alcanzarme, y no estoy seguro de poder escapar de él.

Después de perder a mi familia en un incendio y de que mi cuidadora me llevara a entrenar a la Academia Akáshica, mi vida dio un vuelco cuando, al salir de mi prueba final, me encontré con tres maestros magos muertos. A pesar de haber sido absuelto de todos los cargos, la mayoría de mi comunidad cree que yo los asesiné.

Me llaman el Mago Rebelde.

Puede que sea una oveja negra entre los usuarios de la magia, pero doy resultados. Por eso esta agencia secreta me ha sacado de la cama, me ha quitado la botella de whisky de la mano y me ha colocado junto a Alanna Reid. Es su mejor agente (y la más estricta), a la que han ordenado que me vigile y se asegure de que hago mi trabajo o… que me dispare.

No obstante, por muy buena que sea Alanna, puede que ni siquiera ella esté preparada para lo que se avecina. Y si no puedo acabar con el misterioso hechicero que maneja poderes robados, tendré a un semidiós mirándome por encima del hombro, salivando ante la idea de provocar el Apocalipsis como castigo. Es como si el profesor penalizara a toda la clase por las acciones de un imbécil, pero a nivel cósmico. Puesto que me gusta vivir, la elección está clara. Pero algo me dice que, al desentrañar la verdad, también tendré que enfrentarme a mis propios monstruos, que pueden ser igual de mortales.