Las mejores amigas no tienen por qué comprometerse. Y menos cuando te has pasado años jurando que no estás enamorada de él en absoluto.

Olivia Fox está bien. Está más que bien. Es la segura y competente heredera de un imperio de la moda, con un trabajo que le encanta y unas amigas que ejercen de terapeutas, investigadoras y ocasionales compañeras de crimen. No está, repito, no está enloqueciendo sólo porque Luke Forrester, su caballo de batalla desde la infancia, haya decidido de repente declararse a alguien que... no es ella.
Excepto que quizá sí esté enloqueciendo. Sólo un poco. Porque Luke quiere que sea su padrino. Lo que significa, básicamente, que debe esperar a que se case con la mujer equivocada. ¿Y Olivia? No está hecha para eso.
Así que ahora está haciendo malabarismos con dos tareas imposibles: procesar los sentimientos que ha enterrado durante años y planear el tipo de sabotaje de la boda que haría que una amiga se sintiera orgullosa y que las otras dos entraran en pánico. Todo ello mientras sonríe dulcemente y finge que es comprensiva.
Totalmente factible. ¿Verdad que sí?
La cuenta atrás para el “sí, quiero” ha comenzado, y Olivia está a punto de descubrir que enamorarse de tu mejor amigo es complicado, inconveniente y, posiblemente, el desastre más divertido de su vida.

Nota del editor: Enamorándose perdidamente se basa en la falta de comunicación. Si te frustras cuando los personajes no hablan claro, esta historia puede poner a prueba tu paciencia. Pero si te gusta la tensión de dos personas que no pueden decir lo que sienten cuando más importa, este libro está escrito para ti.