Maldad e infancia son dos ideas que rechazamos mezclar.
Sin embargo, las heridas más profundas son aquellas que recibimos en nuestra niñez o las que son proferidas desde la indiferencia del egoísmo de quien todavía no está capacitado para ver más allá de si mismo: un niño.
Pero muchas veces sólo desde la distancia y la madurez somos capaces de entender y afrontar lo ocurrido.
Los relatos que componen este libro hablan de eso, de niños desaparecidos, de asesinatos que quizás lo sean o quizás no, en definitiva de la incapacidad de entender muchas cosas cuando la oscuridad tiñe aquello que debería de ser angélico, cuando produce miedo lo que debería de producir ternura.
Quizás el mal más cruel es aquel que nos parece imposible.