Se podría decir que Emma —M para los amigos— tiene una vida ordenada; un trabajo estable en una empresa de publicidad que, además, le encanta, y a dos amigos incondicionales: la alocada Oli y el romántico Nico. No necesita nada más. O eso creía ella. Los días transcurren con normalidad hasta que Pablo, su jefe, le asigna un nuevo proyecto que, pese a ser su gran oportunidad, pondrá su mundo patas arriba cuando la chispa del amor salte entre los dos.

Hasta aquí, parece que estamos reviviendo la historia de una cenicienta moderna, pero si esto fuera cierto M, no decidiría desaparecer y perderse en el culo del mundo. ¿Por qué lo hace? Ha llegado la hora de actualizar los cuentos de princesas y entender que, a veces, hay que renunciar a comer perdices y decirle al príncipe azul que vuelva a convertirse en rana. ¿Será M capaz de aprender de sus errores y demostrar que los finales felices pueden ser diferentes?