Escasos 28 días tras el primer brote, la infección se ha extendido por todo el planeta. Bárbara despierta desorientada y aturdida dentro de un ataúd en el cementerio de Sheol, la ciudad que la vio nacer. No es capaz de recordar cómo acabó ahí, pero esa es la última de sus preocupaciones. De nada sirve señalar culpables o intentar averiguar cómo se llegó hasta ese extremo. Habiéndolo perdido todo, su único objetivo es salvarse, y no ser uno más de los millones de humanos infectados que deambulan por las calles sucias y desiertas en busca de su siguiente víctima. Pronto conocerá a Zoe, una entrañable niña que se unirá a ella a la búsqueda de un lugar seguro. Ella será la primera integrante de un heterogéneo grupo de supervivientes que decidirán aunar sus fuerzas y sus escasos recursos en pro del bien común, demostrando que aún queda lugar para la esperanza.