ERA GUAPO. Fue lo primero que Andrea Allinson notó en Cal Lewis cuando entró en el vestíbulo del hotel. Maggie había entrado en detalles al describirlo, y el pelo rubio oscuro, los ojos leonados y los hombros anchos estaban presentes y eran correctos. Junto con una cualidad indefinible que hizo que Andrea se quedara sin aliento...
El personal del hotel se abalanzó sobre los tres nuevos huéspedes como abejas alrededor de un tarro de miel. La directora salió de su despacho y estrechó la mano de todos, declarando que todo estaría perfecto para la boda. Maggie tenía los ojos rociados de rocío y estaba emocionada, como cualquier futura novia, y las mejillas un poco sonrosadas por el viaje en funicular. Su prometido, Joe, le cogió la mano y se la llevó a los labios.