La vasta mayoría de nosotros experimentamos sueños, estas narrativas sin guion que se nos aparecen en algún momento, sin preludio, para recordarnos de problemas no resueltos, de aspiraciones e incluso de asuntos que creemos triviales, aunque nuestro inconsciente no esté de acuerdo. La verdad en los sueños es la historia de una familia que ha sido marcada para llevar a cabo un plan que no es ni más ni nada menos, que salvar al planeta de la destrucción ambiental que la humanidad le ha impuesto. Pero no es tan simple, existen antagonistas, los miembros de esta familia no están siempre juntos, ni disponen de un mapa de «cómo llegar allí», pero tampoco están solos.

En medio de una narrativa plural se logra entrelazar esta trama de secretos y enigmas que requieren de solución para proceder al siguiente nivel de consciencia y eventualmente salvar al mundo de su autodestrucción, aunque este proceso conlleve algo de devastación en sí mismo. En la trama se mezclan seres humanos; aparentemente comunes y corrientes, con humanos casi inmortales, héroes, diosas y virtudes que les ayudan a combatir las fuerzas que representan el posicionamiento radical de cualquier ideología envilecida o interés sectario y privado.

El final, como es de esperar, aunque caótico tiene una forma usual si nos detenemos a observar a la naturaleza, quien dicta en muchos casos que algo debe morir para que otra florezca. Así que este, es el llanto mudo de miles de almas que quieren proseguir en un esquema natural de equilibrios y no con la brutal mirada al lado, que es común hasta en las más buenas conductas que nos mueven hoy, pues nunca se nos enseña cuanto realmente vale algo, ni si quiera cuánto cuesta, usualmente solo se nos informa cuál es su precio.