Samantha no es consciente de lo que está por ocurrirle cuando, en una fiesta, decide desahogarse tirando macetas a la pared cuando piensa que está sola, rompiendo la armonía del jardín de la casa de la perfecta y odiosa novia de su ex.

Le encantan las fiestas, pero a esa en particular no le apetecía nada ir para no tener que aguantar la felicidad de un ex por el que Samantha sigue sintiendo cosas, por muy dolida que esté. Claro que al final cede ante las insistencias de su mejor amiga Everly, así también puede estar cerca del chico nuevo y seguir babeando por él. Lo que no se espera es que la noche puede acabar aún peor.

Marlon está inmerso en un momento muy difícil de su vida, no necesita complicaciones y su única vía de escape es boxear. Sus padres no hacen otra cosa más que discutir con él y decirle que está desaprovechando su vida, aunque él piensa que es otra excusa más para culparle de lo que ocurrió.

Pero Samantha se cruza en su camino para romper todos sus esquemas y mostrarle que puede sentirse vivo.

Ambos tienen muy claro que es lo que no quieren, ambos tienen heridas que no han sabido sanar, pero también empiezan a sentirse atraídos el uno por el otro.

Los ex pueden ser muy persistentes, los desamores te hacen crear barreras, los sentimientos pueden aflorar sin darte cuenta y a veces la complicidad que surge entre dos personas no se puede romper.

Samantha no es consciente de lo que está por ocurrirle cuando, en una fiesta, decide desahogarse tirando macetas a la pared cuando piensa que está sola, rompiendo la armonía del jardín de la casa de la perfecta y odiosa novia de su ex.