Ramón Del Valle, el patriarca de la familia, ha muerto. Deja tras de sí una multimillonaria herencia que será la fruta de la discordia: la orgullosa y opulenta Santa Isabel, hacienda tequilera de Jalisco, la perla del tesoro. Asunción, nieta dilecta aunque ausente, es la nueva propietaria. Bella y joven mujer es sin embargo una solitaria profesional que dedica su vida al Trabajo social con los más carenciados en el Distrito Federal mexicano. Una infancia dura y solitaria, marcada por el asesinato de sus padres en manos de sicarios de la mafia del narcotráfico, la han vuelto desconfiada. La sorpresiva revelación que esto se debió a las conexiones de su propia familia con la distribución de las drogas la estremece y aleja en plena juventud, forzándola a cortar los lazos que otrora la acunaron. Desde el dolor por la pérdida de su abuelo y a pesar de las dudas iniciales, se decide a aceptar el legado y a luchar por limpiar el buen nombre y honor de la familia. Encontrará la férrea oposición de su tío Esteban, hasta entonces único líder y director de las finanzas familiares. Un hombre ambicioso y frio, que no dudará en recurrir a cualquier camino para conseguir sus propósitos. Asunción se convierte en un escollo y esto la pondrá en extremo peligro. A pesar de su tozudez y valentía es frágil; necesita apoyo y esto lo pensó bien su abuelo, sabedor de los entramados que su decisión provocaría. Junto a la herencia anexó una cláusula que impone a la heredera una condición: un desconocido será su guardaespaldas.