Cuando vives ligero, creas un espacio para vivir, un espacio sin desorden ni líos. Liberas tu mente de la preocupación por todas esas cosas en tu vida, ésta pasa a estar más despejada y te olvidas de maniobrar entre pilas de desorden, o de tener que mover algo de lugar para poder hacer otra cosa, o de tener que hurgar en cada rincón para encontrar lo que buscas. Aun cuando parecen cambios discretos e inconsecuentes, su beneficio se va sumando a lo largo del día, y ni qué decir a lo largo de una vida.